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7 de septiembre de 2013

EXÉGESIS, TEOLOGÍA, ESPÍRITU SANTO Y CONTEXTUALIZACIÓN

ASPECTOS CONCOMITANTES PARA LA MISIÓN DE LA IGLESIA LATINOAMERICANA

Ps. Enrique Brenes
Juan es pastor de una pequeña congregación rural, situada a unos 120 kilómetros de San José, capital de Costa Rica, en la zona norte. Trabaja a medio tiempo o más, en su parcela de tierra, donde se dedica a sembrar varios cultivos; también, labora ocasionalmente en otras parcelas. Además, hace quehaceres en construcción, lo hace cuando algún parcelero necesita hacer una casa o algún otro tipo de construcción. El resto de su tiempo lo dedica a visitar a los feligreses, predicar, aconsejar y a su familia. El ingreso por parte de la iglesia es poco, de ahí que necesita trabajar en otras cosas. 

Pablo es pastor central de una congregación en la capital, San José. La congregación tiene una membrecía de unas 1200 personas, la cual es asistida por el pastor central y un equipo de pastores. El pastor y su equipo trabajan a tiempo completo en la congregación. El salario del pastor es muy bien remunerado, el cual tiene una linda casa propia, tres carros, viaja frecuentemente al exterior, y la congregación le otorga incentivos.

Estos ejemplos expresan dos mundos muy diferentes, para estos líderes cristianos. Los contextos sociales, económicos, políticos, religiosos y culturales son enormemente diferentes para ellos. Esto levanta preguntas: ¿Los contextos citados afectan al texto bíblico, éste adquiere otro significado? ¿Estos contextos afectan la forma en que ellos perciben, entienden, interpretan y predican las Sagradas Escrituras? Si adoran al mismo Dios, utilizan la misma Biblia, viven en el mismo país, hablan el mismo idioma, ¿estas congregaciones son semejantes? Estas inquietudes y otras, serán contestadas en el desarrollo de este escrito.

El papel de la exégesis bíblica en la contextualización

Comienzo con la exégesis bíblica, porque debe ser el punto de partida de todo estudioso de las Sagradas Escrituras, aunque hay otras posturas que principian en otra parte, y no estarían de acuerdo con lo apuntado. La verdad es que la exégesis es la que da el sentido correcto al texto original. El autor Gordon Fee (1985) define exégesis como, “el estudio cuidadoso y sistemático de la Escritura para descubrir el significado original propuesto” (p. 17). Es el ejercicio de reconstruir el mundo bíblico antiguo: de los autores y destinatarios originales. Para una buena exégesis se puede formular una buena pregunta, Gordon Fee (1992) la plantea así, “¿Qué quiso decir el autor bíblico?” (p. 15). Como el mismo autor lo esboza, la exégesis es intencional, “¿Qué se propuso el autor que entendieran sus lectores originales?” (1992, p. 15). René Padilla (1981) dice que es una tarea netamente histórica, en la cual se establece la Sits in Leben (situación de vida) de los autores y destinatarios originales.

Hoy día, además del estudio de la lingüística, contexto histórico, literario, cultural, político, y económico, autores como Bruce Malina (2002), entre otros, están empleando las ciencias sociales, como la sociología y la antropología cultural (p. 11), para entender e interpretar los escritos del Nuevo Testamento. En palabras de Bruce Malina (2009), “El propósito del uso de los modelos antropológicos en el estudio del Nuevo Testamento es precisamente el de captar el significado de los textos en relación con los contextos culturales en los que fueron originalmente proclamados” (p. 9).  

Se aprecia que para edificar el mundo de las Sagradas Escrituras se cuenta con buenas herramientas. El exegeta contemporáneo cuenta con facilidades y elementos investigativos competentes para poder comprender e interpretar bien los escritos bíblicos. En la actualidad, hay buenos exegetas y escritos que ayudan a percibir lo que quiso dar a entender el autor bíblico a sus recipientes.

El texto bíblico debe ser el punto de partida, el que dirige y rige la conducta de fe, en la vida cristiana del pueblo de Dios. Es la máxima autoridad y voz profética en la vida de la iglesia, de esta misma manera el autor Emilio Antonio Castro (1996) comenta, “Creemos en la autoridad suprema de las Sagradas Escrituras para todo lo relacionado con la fe y nuestra conducta” (p. 211). 

El texto bíblico tiene su significado original, este debe ser conforme a lo que quiso decir el autor bíblico a sus lectores. Aunque, esta expresión no es compartida por otras personas, que consideran que el texto puede tener otros significados, mantenemos la idea que fue expresada anteriormente, y que el autor  Emilio Antonio Castro (1996) lo asevera, “…la tarea hermenéutica no debe consistir en una reinterpretación del texto bíblico, cambiándole su significado, sino en un descubrimiento de este significado para relacionarlo de manera pertinente con nuestra realidad personal y social” (p. 216). También, el autor Gordon Fee (1985) lo afirma de la siguiente manera, “Un texto no puede significar lo que nunca significó. O para ponerlo de modo positivo, el verdadero significado de un texto bíblico para nosotros, es lo que Dios se propuso originalmente que significara cuando se expresó por primera vez” (p. 23).

Estoy totalmente de acuerdo, como estudiosos de las Sagradas Escrituras, que nuestra primera tarea sobre el texto, es la de reconstrucción la Sits in Leben (situación de vida) de los autores y destinatarios originales. Pero debemos ser conscientes que este tipo de análisis no nos da una perspectiva de los contextos culturales, sociales, económicos, políticos y religiosos de la sociedad actual, como dice Rene Padilla “…puede ser insensible a los factores sociales, económicos y políticos contemporáneos y a las fuerzas culturales que afectan el proceso interpretativo” (1981 Enero a Marzo, p. 1). Además, quiera o no, el interprete siempre va interponer sus ideas preconcebidas al texto, por ejemplo, en exegetas de tendencias pentecostales o no, calvinistas o arminianistas. Emilio A. Nuñez (1996) apoya dicha idea, al comentar: “Después de todo, no hay hermeneuta que llegue a la Escritura en estado de absoluta pureza con una mente que sea una tabla rasa, completamente libre de toda presuposición” (p. 209).   
  
Una vez definido lo importante que es respetar y aceptar el significado del texto bíblico, como lo fue a los  primeros oyentes y para los de nuestros días, pasemos a la teología y a la contextualización. 

El papel de la teología en la contextualización

Como educador de seminario e instituto bíblico he notado que una gran mayoría de estudiantes hacen excelentes exégesis o monografías sobre textos bíblicos y de temas teológicos. Cuando los estudiantes tienen que contextualizar su investigación a su vida, a la iglesia, sociedad o país, son muy leves y breves. Sus estudios fueron de diez páginas o más, pero la contextualización es de media página, como máximo. Puede haber muchas razones para explicar esta situación, unas de ellas, es que no  conocen bien su contexto y no saben cómo contextualizar. 

Otro aspecto que he visto en congregaciones, es que ellas conocen y saben los problemas socioculturales que están sucediendo en su comunidad, pero no hacen mucho por solucionarlos. Emplean ayudas esporádicas y aisladas como: diarios, reconstruir casas, compras de medicinas, u otras. Aunque conocen y saben los problemas socioculturales, no tienen un buen entendimiento de la solución, no “leen” bien los cambios culturales y de su responsabilidad misional. 

También se debe comentar con respecto al conocimiento y aplicación de las ciencias sociales, por parte de las congregaciones es ínfima, por decir nada,  del  empleo para conocer más de su contexto y de ella misma. Las ciencias sociales, entre ellas, la antropología cultural, sociología, son instrumentos vitales para saber mejor la realidad de la comunidad, en que se halla la congregación. Si por medio de ellas, los contextos de la sociedad se pueden “leer” más acertadamente, por ende, son medios útiles para efectuar con mejor discernimiento la aplicación del texto  bíblico. El autor Tito Paredes (2000) afirma en relación a nuestra idea, “Las ciencias sociales nos ayudan a describir, entender, interpretar y explicar los fenómenos socioculturales” (p. 17).

La contextualización es entendida “para describir el proceso o desafío de cómo el mensaje del evangelio puede ser predicado y la iglesia ser establecida de una manera más adecuada al contexto…” (Rutt, 2002, p. 3). Otra definición: “Se refiere al proceso dinámico y exhaustivo en el cual el evangelio es encarnado dentro de una situación concreta cultural e histórica” (Flemming, 2005, p. 19). Estas definiciones sugieren que se debe echar mano de las ciencias sociales para poder comprender el contexto circundante, una vez comprendido, podemos aplicar el texto bíblico en la forma en que indica la interpretación. Como he expresado el uso de las ciencias sociales, antropología cultural, sociología, historia,  sicología, entre otras, son instrumentos potenciales para relatar en modo objetivo y científico el mundo en que vivimos. 

Volviendo al ejemplo de los dos pastores, el proceso de hacer teología, por ende, su predicación y enseñanza son influenciadas por sus diferentes contextos. El texto tendrá el mismo significado para ambos, pero por sus entornos, la contextualización va ser diferente, por ende la manera en que apliquen la Biblia. Sus contextos socioculturales ejercen poder para entender quien es Dios para ellos, como su fe. El autor David Clark (2003) formula, “contextualización…es en realidad hacer teología en nuevo contexto…Teología contextualizada sucede mejor cuando cada grupo de personas toma la responsabilidad para “auto teologizar” (p. 113).

La contextualización de la teología es la manera en que se entiende las Sagradas Escrituras en una sociedad específica. Stephen Bevans (2004) comenta de esta manera la contextualización: 
    …apunta al hecho de que la teología necesita interactuar y dialogar no solo con los valores tradicionales de la cultura, sino también con el cambio social, con las nuevas identidades étnicas y con los conflictos que, como consecuencia del fenómeno contemporáneo de la globalización, están presente en el encuentro de los varios pueblos del mundo…es el término preferido para describir la teología que toma la experiencia humana, la ubicación social, la cultura y las transformaciones culturales en serio, sin perder por ello el equilibrio (p. 60).
La teología difiere del contexto en que se encuentra y se hace. Hablar de una teología contextual es difícil, se puede hablar de muchas, como lo apunta Bevans hay: teología negra, teología africana, teología feminista, teología de liberación, teología filipina, entre otras (2004, p. 21). Aun dentro zonas específicas o países se pueden hallar diferentes teologías contextuales. 

El papel del Espíritu Santo en la contextualización

Para tener un entendimiento claro acerca del ministerio del Espíritu en el proceso de contextualización, primeramente, se comentará los capítulos 14 al 16 en el Evangelio de San Juan, en donde se desarrolla la teología del Paracleto. En 14: 16 Jesús expresó que él pediría al Padre “otro Consolador,” indicando que él mismo era un consolador y que enviaría “otro” (gr. allon), un sucesor de él. Este “otro consolador” lo identifica con el “Espíritu de verdad” (14:17; 15:26; 16:13), “Espíritu Santo” (14:26). El Espíritu Santo desarrollará hechos en los discípulos, como: “estará con ellos para siempre” (14:16-17), les testificará a ellos de Cristo (15: 26), de ahí se volverán “testigos de los hechos de Cristo (15: 27).” Y,  los “va guiar a toda verdad (16:13),” y “glorificará a Cristo en ellos, mostrándoles las cosas de él” (16:14-15). También, desplegará acciones hacia el “mundo,” de convencerlo de: “pecado, juicio y de justicia” (16: 8-11).

Esta teología nos muestra que la operación del Espíritu Santo, fue tanto para los primeros creyentes, cuando lo recibieron en Pentecostés (Hch. 2:1ss), e igual para todos los creyentes de todos las edades y tiempos (Hch. 2: 39). Si el Espíritu es el encargado de hacer todas esas acciones en las personas, esto nos indica que Él está presente en el proceso de contextualización. Porque al fin al cabo, él es el que convence de pecado y revela a Cristo a las personas. El Espíritu Santo es el agente que guía y muestra a los creyentes aquellos aspectos positivos que están en el contexto, que son vitales y efectivas para la comunicación del evangelio, para que sea entendido y comprendido por las personas. 

No existe cultura que muestre todos los designios divinos, sino que hay aspectos tanto positivos como negativos, para entender el evangelio. Rene Padilla (1981, Enero a Marzo) afirma: 
    Ninguna cultura en su totalidad refleja el propósito de Dios: en todas las culturas hay elementos que conspiran contra la comprensión de la Palabra de Dios…toda cultura posee elementos positivos, favorables a la comprensión del evangelio. Esto hace posible cierto acercamiento a las Escrituras que saca a luz ciertos aspectos del mensaje que en otras culturas permanecen menos visibles o aun ocultos. Las mismas diferencias culturales que estorban la comunicación intercultural resultan ser una ventaja en cuanto a la comprensión de la multiforme sabiduría de Dios ya que sirven como canales de ciertos aspectos de la Palabra de Dios que pueden ser mejor apreciados desde un contexto particular (p. 4).
Tanto Richard Nouw (1999) y Tito Paredes (2000) concuerdan que el encuentro del apóstol Pablo y los ciudadanos de Atenas en Hechos 17: 16-34, muestran un acercamiento entre el evangelio y la cultura griega. La expresión “al Dios no conocido” (Hch. 17:23), en palabras de Paredes (2000) “se constituyó en un puente de comunicación y un elemento cultural ateniense que le permitió a Pablo introducir el mensaje del evangelio y presentar al verdadero Dios encarnado en Jesucristo” (p. 92). Además, Mouw cita el caso del documental misionero de Don Richardson, titulado “Hijo de Paz” en la tribu Sawi en Nueva Guinea. El argumento descubierto por Don sobre el “hijo de paz,” sirvió como elemento clave para comunicar contextualmente el evangelio de Jesucristo en la tribu. Mouw (1999) lo explica de la siguiente manera, “Cuando los Richardson descubrieron el tema del ¨hijo de paz,¨ lo recibieron como evidencia que el Espíritu de Dios había estado trabajando en la cultura Sawi, preparándolos para la recepción del evangelio de Jesucristo” (p. 13).

El Espíritu Santo está actuando en cada sociedad, formando memorias culturales, las cuales son usadas para contextualizar “el Evangelio de Jesucristo,” en los diferentes contextos. De esta manera, muchos hombres y mujeres podrán recibir el evangelio dentro de su propia cultura, no necesitarán ningún traductor e interpretación especial, sino conforme a su mundo. Es tarea de los comunicadores del evangelio descubrir estas “expresiones culturales,” y así tener una teología contextualizada. El ministerio del Espíritu Santo en el  proceso de contextualización es vital. 

También, podemos comentar de la forma en que el Espíritu Santo estuvo presente en los autores bíblicos en el proceso de la “inspiración” y “revelación” de las Sagradas Escrituras (1 Co. 2: 10; 2 Ti. 3:15-17; 2 P. 1:20-21). Asimismo, el “mismo Espíritu” actúa en la “iluminación” en la vida de los creyentes (1 Co. 2: 12-14; Ef. 1:17-18). En la contextualización, la iluminación del Espíritu Santo en la mente del intérprete de cualquier contexto, es determinante para la comprensión del texto en su entorno. 

El papel de la Misión de la Iglesia Latinoamericana

Se ha hablado del papel de la exégesis, teología y el Espíritu Santo en el proceso de la contextualización. Ahora, corresponde tomar todo esto como aspectos concomitantes para la realización de la misión de la Iglesia Latinoamericana. La misión de la Iglesia Latinoamericana es efectiva cuando estos elementos estén funcionado en dependencia uno de otro. 

La misión de la iglesia es creada por Jesús, nunca ella forma la misión, Jürgen Moltmann (1978) dice, “…no es la iglesia la que tiene una misión, sino la inversa, la misión de Cristo se crea su iglesia. No es la misión la que hay que entender a partir de la iglesia, sino a la inversa” (p. 26). La misión de Jesús fue la missio Dei, es decir, el Padre fue quien la creo y la llevó a cabo. Moltmann (2000) agrega, “Missio Dei es nada menos que el envío del Espíritu santo por el Padre mediante el Hijo a este mundo, para que el mundo no se pierda, sino que viva […]” (p. 31). La misión de Cristo y de los discípulos es de vida y salvación, a hombres y mujeres que se encuentran en situaciones de pecado. Michael Green (1977) expresa al respecto: “El Espíritu que capacitó a Jesús para su misión es el mismo Espíritu que capacita a los discípulos para llevarla a cabo” (p. 72).   
                   
La misión de la iglesia latinoamericana debe ser integral y contextual. Una iglesia que ministre todas las áreas de la vida, de su contexto y más allá. En palabras de Moltmann (1978), “La predicación de Jesús y de los discípulos es misión, pero la misión de Jesús y la de ellos no se reduce a predicar. La curación de los enfermos, la liberación de los cautivos, el ansia de justicia forman parte de la misión y acompañan a la predicación del evangelio de los pobres” (p. 102). De la misma manera, René Padilla (2003) expone: 
    La misión de la iglesia, por lo tanto, no puede limitarse a proclamar un mensaje de ¨salvación del alma¨: su misión es ¨hacer discípulos¨ que aprendan a obedecer al Señor en todas las circunstancias de la vida diaria, tanto de lo privado como en los público, tanto en lo personal como en los social, tanto en lo espiritual como en lo material” (p. 24).
La misión de la iglesia debe ser integral, y contextualizada, ya que su enfoque no solo es espiritual, sino material y social. Víctor Vaca (2001) describe misión integral, “Incluye las diferentes esferas de la vida donde los seres humanos se interrelacionan y producen todo cuanto les permite la subsistema espiritual, material y social” (p. 61). René Padilla (2006) ofrece una descripción más amplia  de lo que es misión integral: “…es la misión orientada a la satisfacción de las necesidades básicas del ser humano, incluyendo su necesidad de Dios, pero también su necesidad de amor, alimento, techo, abrigo, salud física y mental, y sentido humana” (pp. 31-32).  

En conclusión, la exégesis nos da la intencionalidad del autor en el texto, su significado debe ser respetado e inquebrantable.  Pero cuando el texto, una comunidad de creyente, quiere leerlo y aplicarlo a su contexto, debe tomar en cuenta las situaciones sociales, económicas, sociales, políticas y religiosas, en que vive. Esas condiciones de una forma u otra, influirán en la toda la vida de ese grupo social, por ende, para interpretar y aplicar el texto será muy particular. La forma en que dicha sociedad efectúa la interpretación y comprensión del texto, bajo dicha influencia, genera una nueva teología, a esto llamamos teología contextual. La interpretación del texto siempre está sujeta a los contextos sociales, económicas, sociales, políticas y religiosas, en que se encuentra la comunidad. 

La acción de Espíritu Santo está en todo este proceso, es intensa y activa. Él está presente tanto en proceso exegético, como en la contextualización, por tanto, la dependencia en él es importante. Además, en la misión de la iglesia, el Espíritu Santo es el sujeto de la guianza y dirección de ella.

La misión de la iglesia debe ser siempre integral, sea en América Latina o cualquier otra latitud. La misión demanda verse holísticamente, no solo a la iglesia, sino a comunidad circundante, sino que abarca todo. La misión está en deuda con la totalidad del individuo, como de la  comunidad. El asunto va más allá de anunciar las “buenas nuevas,” sino que se interesa las demás áreas en que la sociedad se halla inmersa.
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Bibliografía
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  • Clark, D. K. (2003). To Know and Love God. Wheaton, Illinois: Crossway Books.
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  • Fee, G. D. (1992). Exégesis del Nuevo Testamento: Manual para Pastores y Estudiantes. Miami, Florida: Editorial Vida.
  • Flemming, D. (2005). Contextualización in the New Testament: Patterns for Theology and Mission. Downers Gorve, Illinois: InterVarsity Press. 
  • Green, M. (1977). Creo en el Espíritu Santo. Miami, Florida: Editorial Caribe.
  • Malina, B. (2002). El Mundo Social de Jesús y los Evangelios. Santader, España: Editorial Sal Terrae.
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